lunes, 3 de marzo de 2014

La cruda realidad.

“Ayudar al que lo necesita no solo es parte del deber, sino de la felicidad”-. José Martí.
Y el deber del Cuerpo Nacional de Policía es justo éste, servir al ciudadano. Siento impotencia al ver protestas pacíficas que se convierten en auténticas batallas campales, siendo propiciadas por policías que abusan de su autoridad y se ponen a repartir golpes a diestro y siniestro, sin importarles si formas parte de la manifestación o simplemente encuentras paseando el día equivocado en el lugar equívoco. Pero lo que más me repugna es ver cómo la gente se cree en el derecho de decidir sobre la vida de otras personas. Pongámonos en situación: un grupo de inmigrantes intentan entrar en Ceuta, están a pocos metros de conseguirlo cuando son recibidos por la policía con pelotas de goma y gases lacrimógenos, que además de desestabilizar su cayuco hacen que pierdan sus flotadores y mueran asfixiados y ahogados. Señoras y señores, esta es la cruda realidad. Realidad en la que España se encuentra inmersa. En más de una ocasión deberíamos echar un vistazo al pasado y darnos cuenta de que muchos de nuestros antepasados también tuvieron que emigrar en busca de un futuro mejor y el recibimiento que tuvieron fue muy distinto, gracias a ese recibimiento nosotros podemos contarlo. Presumimos de España como un país moderno pero nuestros prejuicios nos delatan. La mayoría de españoles piensan que los inmigrantes deberían estar en su país porque nos quitan puestos de trabajo, cuando la mayoría de los españoles están emigrando a otros países porque están en la misma situación que ellos debido a la época de recesión en la que nos encontramos, quitándoles también sus puestos de trabajo. Es algo recíproco. Quizás la clave está en sentir un poco de empatía, ponernos en la piel de esas personas que dejan atrás a sus familias y se despojan de todo lo que poseen a cambio de una plaza en un cayuco de mala muerte, y arriesgan sus vidas aun sabiendo que las probabilidades de éxito son mínimas.



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